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jueves, 27 de septiembre de 2012

DETRÁS


Corría cada vez más deprisa.

Gritaba auxilio, pero no podían oírla, porque no había nadie que le escuchara. Estaba desesperada, no sabía qué había ocurrido, pero algo o alguien la perseguía: Lo notaba. Ese algo le perseguía. No se atrevía a girarse para saber si su perseguidor estaba cerca o lejos, muy cerca o muy lejano, eso no importaba. Ella seguiría corriendo aunque llegara a la otra punta de donde… bueno; de donde se suponía que estaba. No tenía noción del lugar en el que permanecía, ni tan siquiera lo consideraba relevante. Ya nada importaba. Estaba cruzando una especie de sala rebosante de espirales en las paredes que, además, tenían vida, porque se movían. Seguían el sentido de la espiral al moverse, pero también palpitaban. No le encontró sentido; todo era, simplemente, banal, sin importancia. Solo quería correr para salir de aquel miedo que amenazaba con atenazarle la garganta e impedirle gritar; incluso impedirle respirar.

Había olvidado todos sus momentos en la vida, toda su familia, sus amigos, su vivienda… su vida entera había caído en esa sospechosa sala, en algún momento anterior, mientras corría; quizás se encontraba en alguna de esas espirales palpitantes de color azul oscuro que infestaban la sala. Pero algo iba en pos de ella; no podía detenerse y mirar; tenía que correr, intentando no cansarse.


De repente, se dio cuenta de que estaba completamente desnuda. No llevaba nada de ropa con lo que cubrir su cuerpo… cualquier prenda hubiera valido para que, al menos, se sintiera protegida del miedo que inundaba su ser. No oía nada, no había ruidos, ni sentía frío o calor a pesar de su desnudez. Creía incluso que no estaba viendo las espirales, que solo eran fruto de su imaginación, pero algo en su mente le decía que era muy real, brutalmente real, que todo cuanto la rodeaba en esos momentos existía con absoluta certeza. Y algo la perseguía hasta que se cansara. Entonces, se acabaría todo su mal y sufrimiento… o acaso serviría para atormentarla más.

La sala parecía no acabarse nunca, siempre llena de sombras y, como no, de ese color azul oscuro que las espirales emitían al compás de sus latidos. Parecía no acabar nunca. Pensó que tal vez aquello que venía detrás no fuera más que otra persona perdida, tan perdida como ella, que solo buscaba compañía para no sentirse sola; quizás podría tratarse de alguien que levara allí mucho tiempo. Pero la duda plantó su semilla en la razón de ella y le hizo sospechar que tampoco podría ser cierto. Tal vez fuera alguien que no quería su compañía, si no alguien que no quería ninguna compañía, que venía dispuesto a eliminarla. No quería ser negativa, pero el miedo la inducía a pensar de esta manera; el miedo mataba cualquier posible pensamiento de esperanza.

Siguió corriendo sin parar, presa de un pánico cada vez mayor, pero también llena de un sosiego tranquilizador, algo muy poco usual. Quizás la atraía irremediablemente hacia él… si es que se trataba de un hombre… o hacia ella, si era mujer. Pero, ¿y si no fuera ninguna de las dos cosas? Su carrera se convirtió en un trote, un paso acelerado.

Le gustaría. Seguramente. Quizás, después de todo, no fuera más que alguien que busca compañía, como había pensado anteriormente; quizás solo fuera eso. Le agradaba pensar así. Su trote cambió a ser un paseo semejante al del que va a un parque a andar tranquilamente entre los árboles, en contacto con la naturaleza. Pero eso no era un parque. ¿Lo sentía más cerca? ¿Podía sentirlo ya? Todavía no. Creía que no. Pero sabía, intuía, tenía esa certeza de que estaba más cerca, muy cerca.

Y, en ese momento, delante de ella, le vio.

Una figura con capa se dibujaba entre las sombras. Tenía un aspecto siniestro, una imagen de un ser sospechosamente maligno, pero eso no le importó. Alzó los brazos y la atrajo hacia sí. Ella alzó los suyos y fue a su encuentro, a algún lugar lejos de aquel sitio. Tal vez esperara de él unos brazos sinceramente abiertos para sostenerla, algún descanso después de tan agotadora carrera, de esa carrera carente de objetivo, de sentido propio. Podía sentir, mientras se acercaba, el calor y el frío que irradiaba a la vez de aquel extraño. Podía sentir ese calor y ese frío fluir por su desnudo cuerpo.

Tan solo cuando estuvo cerca de aquel ser, se dio cuenta de cual había sido su error, de que lo pagaría eternamente… y no habría salvación posible. Y es que no hay que detenerse para nada en el Camino hacia la Luz.

Y entonces, en aquel momento, un grito emergió de sus labios; y ese grito se fue apagando lentamente mientras, en la sala, aquellas espirales azules y oscuras seguían girando y palpitando. Su grito se extinguía por momentos, hasta desaparecer.

Solo los latidos de las espirales, tras el paso de la mujer, permanecieron audibles. 

8 comentarios:

  1. Wow! No imaginaba un final así (aunque la segunda foto sirve un poco de pista, jejeje). Pensaba que sólo se trataba de un sueño, y aunque la imagen inicial que relatas mostrando la ansiedad de ella está muy lograda, no terminaba de engancharme. Pero la verdad es que el resultado final me deja muy buen sabor de boca, de ese que te hace releer para redescubrir lo que te has perdido...

    Muuuack! Sigo leyéndote!

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    1. ¡Madre mía, Tania! Nada más y nada menos que cinco comentarios de sopetón... Y yo sin poder ofrecerte ni un café... Me ha servido de mucho la critica constructiva de este relato, en especial lo de la foto. Y si se hace tedioso al principio, es algo que voy a intentar remediar enseguida. Por supuesto, la última foto la pienso cambiar a la de ya.

      ¡Un besote muy gordo!

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  2. Ese café ya nos lo tomamos virtualmente con nuestras charletas, Jejehe!
    Genial que te lo tomes así de bien, esa es la idea. Con toda confianza te diré mis impresiones, y si te pueden ayudar, pues mejor que mejor!!
    Esta segunda foto sí!! Además me parece mucho más misteriosa y su significado le va guay al relato.
    Muuuuuack!

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    1. Así es; si las críticas son constructivas y las impresiones u opiniones pueden servir para mejorar, es lógico que se vea algo que has podido pasar por alto. Siempre estoy abierto a sugerencias y opiniones y, desde luego y con mayor razón, tu no vas a ser en absoluto una excepción.
      ¡Muaaaaakas!

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  3. Tenía ganas de tener un ratito ya para pasar por vuestros blogs y bueno, qué decir. Este relato atrapa y obliga a empatizar con ella, vas corriendo deseando que gire la cabeza a pesar de todo. Pero tenemos que llegar al final para saber quién es el singular perseguidor, y menudo es este que nos persigue a todos.

    ¡Un abrazo!


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    1. ¡Hola Cande! El tema del perseguidor implacable es un tema que siempre me ha interesado, sobre todo si es este que aparece en el relato; aunque la atmósfera me ha quedado más onírica que espiritual, siempre he pensado que el paso de la vida a la muerte debe ser así como un despertar, como dijo el señor Calderón de la Barca, jejeje...

      ¡Un abrazo muy fuerte y un beso enorme y, como siempre, gracias miles por pasarte por aquí! ¡Te espero de nuevo!

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  4. Que digo lo mismo de siempre,tus relatos me atrapan sin más!..
    Lo bueno que ya me falta poco para empezar agente del caos!.. Que tengo el monillo de saber EL PRINCIPIO.
    Un saludo

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    1. El orden es importante para conocer la evolución de la persona que escribe; pero a veces también la curiosidad por ciertos títulos sugerentes ayuda a dejar buen sabor de boca. Veremos que pasará con el Agente entonces...

      ¡Un saludo grande!

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